Por Sara Lovera
SemMéxico, 21 julio 2016.- Hace unos días
los portales SEMlac/SemMéxico, espacios de la más antigua agencia de noticias
desde y con las mujeres, nacida en 1978, publicó lo que podríamos llamar el
corazón de lo que hemos pretendido desde hace 38 años.
Tamara
Vidaurrázaga Aránguiz en Chile y Norma Loto en Argentina, dos periodistas
históricas en nuestra agencia, participaron en un Seminario Internacional “Libertad
de expresión, derecho a la comunicación universal y medios plurales para las
democracias del mundo”.
Tamara
Vidaurrázaga Aránguiz envió la nota: La existencia de estereotipos,
prácticas sexistas y discriminatorias a la hora informar en los medios sobre la
violencia contra las mujeres y las niñas normalizan y reproducen la cultura
machista. Daba cuenta de un Seminario Internacional realizado
en Santiago de Chile que organizó el Colegio de Periodistas y la Unesco.
Habría que recordar que UNESCO fomentó el
nacimiento de SEMlac tras la primera Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada
en México en 1975, y propició esa que hasta hoy es la única agencia de
información periodística, sin orientación partidaria, política o ligada a una
tendencia feminista que ha durado en el tiempo, que abarca una mirada
internacional y que ha hecho posible la formación de al menos dos generaciones
de periodistas con visión de género en América Latina.
Pero el tema de ese seminario que celebró
el 60 aniversario del Colegio de Periodistas de Chile es exactamente el gran
pendiente para poder hablar de políticas públicas favorables a las mujeres, más
de la mitad de la población discriminada y por tanto violentada.
Los medios de comunicación, como la
educación pública, no son inocentes, informan, circulan ideas, abren espacios
de reflexión y, sobre todo, amplían la visión de la personas. También pueden
influir en los gobiernos y cuando es necesario y urgente, denuncian y
fortalecen a las democracias.
Nada de eso se entiende en México. No se
entiende, cuando un medio ofrece un espacio, caso de Televisión Azteca con ONU
MUJERES, el convenio firmado entre la Secretaría de
Gobernación y la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT),
surgen las voces dogmáticas, reticentes, desconfiadas. Claro que tienen razón
en desconfiar, pero nosotras, convencidas de que hace casi 40 años no hemos
podido incidir realmente por falta de recursos o por falta de profesionalismo,
también por falta de capacidad para competir, esta es una oportunidad. Yo ya
quiero hablar con la CIRT y mejorar los espacios para hablar de la problemática
de género.
Tanto es importante eso, como una Reforma
Educativa con visión inclusiva, anti estereotipos, capaz de enseñar a niños y
niñas otras cosas. Lo de los medios es fundamental. No sólo porque difunden
ideas, sino porque inciden en el conocimiento y difunden ejemplos que aprenden
las y los futuros hombres y mujeres.
Lo de Chile dejó claro que estuvieron
periodistas, no sólo feministas, como Mónica Maureira; el periodista de CNN,
Patricio Martínez, y la moderadora y organizadora Fabiola Gutiérrez, integrante
de la Comisión de Género del Colegio de Periodistas.
Luego la afirmación clarísima: “Sin
mujeres no hay periodismo. Pero, además, esta instancia nos permite visibilizar
que los medios de comunicación no han disminuido sus prácticas sexistas y discriminatorias
con noticias llenas de violencia simbólica, con el inadecuado trato frente a la
violencia que viven las mujeres en distintas expresiones y la falta de un
lenguaje pertinente a la hora de informar sobre feminicidios”.
Nuestra compañera Norma Loto, de Argentina,
habló del tratamiento que los medios realizan respecto de hechos de violencia
contra las mujeres y rescató algo sustantivo: el periodismo con visión de
género no necesariamente debe ser militante, puesto que significa hacer “un
ejercicio justo y con enfoque de derechos humanos”,
como “nuevo estándar en la calidad del periodismo”. Calidad igual que la deseada por la educación. Un periodismo
incluyente no necesita ser militante, necesita ser profesional, profundo,
interesado en los derechos humanos y respetuoso de la ley.
Por tanto, un periodismo con visión de
género implica comprender la violencia contra las mujeres y niñas como la
violación más intensa y transversal a los derechos humanos en el mundo, apuntó
Norma Loto.
Y yo con ella sostengo: no se trata de
hacernos el favor ni de pensar que hemos de informar sobre la condición de las
mujeres, desde la idea disminuida de víctimas o de las “pobrecitas”, sino con altura de miras, “los medios
deben tratar los hechos de violencia como una violación a los derechos humanos,
abordarlos sin estereotipos ni culpabilizando a las víctimas, puesto que tienen
un tremendo poder en la construcción de imaginarios”.
Lo sucedido y sostenido por quienes hemos
ejercido el periodismo profesional, en todos los frentes, mirando la obligación
constitucional del derecho a la información de la población mexicana, debía
llevarnos a practicar una tarea sin dogmas, con miradas amplias, contando la
realidad, todos sus contornos, donde hay dolor, mucho dolor, incapacidades
diversas, gobiernos omisos, pero también muchas cosas y muchos hechos
positivos.
A lo largo de 47 años, como periodista, he
visto mucha cosas: mujeres violentadas, pero mujeres organizadas,
impetuosas; omisiones tremendas desde funcionarios y jueces, y también
funcionarias que trabajan con un banquito y un escritorio en los institutos
municipales de las mujeres; congresistas que se la juegan y gracias a quienes
tenemos un marco legal de igualdad; construcción de leyes desde otro lugar.
Cosas que el periodismo no mira, sólo nos ve como objetos o como víctimas.
Contar y contar lo que sucede es nuestra
obligación. Analizar las distintas realidades; hurgar en lugar de calificar;
investigar en lugar de tomar nota, son asuntos centrales para el periodismo,
lleno de columnistas y opinadores, pero también de reportajes. Muchas veces
contar muy bien, sin adjetivos, puede generar persecución, pero no se
justifica, encuentra caldo de cultivo en denuncias sin documentos u opiniones
sin datos.
Una convicción clara es que los medios de
comunicación, ahora hostiles a las mujeres, con prácticas sexistas, son
responsables de relativizar la violencia contra las mujeres, podrían ser
capaces de ayudar a los grandes emprendimientos, como las campañas para
reeducar a los hombres violentos; evitar el matrimonio infantil; alertar sobre
abuso de niñas; vigilar los centros de justicia; mirar el desarrollo de muchas
mujeres; aplaudir los compromisos de algunas instituciones, vigilar la paridad
de género y otras muchas cosas.
Ahora toca hacer del convenio con la Cámara
Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión se cumpla. ¿Quién
conoce su contenido? ¿A qué cosas se comprometió? ¿Quién la vigilará y le reclamará? Tarea para las militantes. Yo lo
que quiero es un espacio para mi producción informativa.