LA MORAL CIUDADANA

Publicado el 3/10/2011

Por Marcela Leopo Flores

En el artículo anterior hice una pregunta acerca de la moral de nuestros gobernantes, la cual no parecen estar a la altura de sus sueldos. Reflexionando un poco sobre acontecimientos que he vivido, me doy cuenta que como ciudadanos también tenemos una responsabilidad ineludible hacia los demás y hacia nosotros mismo.



Uno de los detonantes de esta reflexión es el clima de inseguridad que ,si bien se debe a situaciones como la impunidad y la falta de oportunidades, también tiene su origen en una cultura que podríamos considerar amoral. Hace algunos días asaltaron a mi hermano y a su novia, una semana antes a una amiga, y un poco antes a ellos a otro amigo. El primer asalto ocurrió cerca del Centro magno y fue a mano armada, el segundo por Chapultepec y el tercero en la colonia Constitución a bordo de un camión de ruta 30. Sólo en el primer caso se decidió interponer una denuncia ante el ministerio público. En los otros casos fue la misma respuesta: “de todos modos no sirve”.



Como ciudadanos sabemos que es muy difícil que se haga justicia cuando somos víctimas de un robo, de hecho conocemos muy pocas historias en las que la autoridad haya solucionado un problema de esta naturaleza. ¿Cómo es que llegamos a esto? ¿En qué momento las instituciones públicas que hemos creado con esto que llamamos civilización dejaron de tener sentido? Esta es una situación preocupante, pero más preocupante es el hecho de que no podemos autorregularnos como ciudadanos. Un individuo que decide quitarle sus pertenencias a otro a la fuerza, carece de un sentido de moral, lo cual a la larga hace imposible la convivencia. Ni mi hermano, ni mis amigos tienen los recursos suficientes para recuperar inmediatamente las pérdidas materiales que les provocó los asaltos. A los ladrones no les importa esto, vuelvo a lo mismo, no son conscientes, ni tienen la moral, para imaginar el esfuerzo que les supone obtener ciertos valores a las personas a las que roban.



Sé que hay una serie de elementos económicos que influyen en el hecho de que una persona se dedique a la delincuencia. Sin embargo, no son completamente deterministas. La cultura y sobre todo la educación moral que reciben los individuos es también un factor clave que determina que una persona se dedique a la delincuencia.



Es preciso que como ciudadanos comencemos a ser más conscientes de nuestro entorno. Que en nuestras acciones nos preguntemos si afectamos a los demás y sobre todo que reflexionemos acerca de cómo estamos ayudando o afectando la convivencia diaria. Toda mejora comienza por lo individual pero siempre pensando en el bien común.